En política, economía, etc. suele pasar que se focalizan en ciertos asuntos que preocupan: cómo funciona la derecha extremista o como hace la propaganda el capitalismo.
En cambio no se suele dar respuesta a cómo enfrentarse constructivamente a estas cuestiones.
De esto escribo en el artículo publicado en eldiario.es Conéixer les estratègies de l’adversari no és suficient. Más abajo tienes la traducción en castellano:
Hace unos meses un cliente me pidió una formación para contrarrestar los mensajes de la ultraderecha en el pleno municipal, puesto que no sabían qué y cómo contestarlos (o no hacerlo).
Me puse a investigar y me encontré que había muy poca cosa sobre estrategias apropiadas, algún artículo periodístico suelto y poca cosa más. Contacté con una asociación especializada en la lucha contra la extrema derecha y en toda la bibliografía y los estudios que me enviaron no había nada para poder definir una estrategia que funcionara. Todo lo que encontraba era cómo actuaba la extrema derecha, qué tipo de mensaje utilizaba, cómo envenena la política o cómo hace que los videos que publica se hagan virales.
En cambio, apenas encontré información sobre cómo contrarrestar efectivamente sus mensajes y cómo hacer que los mensajes propios impacten.
Es un fenómeno que he observado muy a menudo: definir con mucho rigor qué hace el adversario, pero no desarrollar una estrategia que sea probable que funcione para neutralizar eficazmente sus mensajes y a la vez sacar a relucir las propuestas propias.
Otro ejemplo es el documento 10 estrategias de manipulación mediática, parece que falsamente atribuido a Chomsky. Se trata de un texto que explica razonablemente bien algunas de las pautas comunicativas del capitalismo, pero no aporta ninguna idea consistente para desactivarlas. Y en el aspecto psicológico, es un texto que suele influir negativamente en quien lo lee, puesto que muchas personas que lo leen se suelen desmoralizar cuando se dan cuenta de todo el que hace «el capitalismo» para manipular.
Hace poco contribuí al micromecenazgo para hacer una revista sobre el ecoblanqueo de empresas. Cuando la recibí resulta que todo eran ejemplos de como las empresas utilizan inmoralmente la sostenibilidad y el medio ambiente. No había en ningún momento ninguna pista de qué tipo de consumo hacer, de como discernir una compañía realmente verde de una de impostora.
El cambio climático es un asunto paradigmático. El IPCC es el grupo de científicos que, desde 1988, investiga con mucho de rigor el calentamiento global. Todos sus modelos indican con una probabilidad del 97% que la crisis climática la provoca el abuso que hacen los seres humanos de los combustibles fósiles. En cambio, un dato tan contundente no se convierte en comunicación efectiva, puesto que está explicada en términos tecnocientíficos que solo una parte pequeña de la población entiende.
Contrarrestar la influencia mediática de las grandes corporaciones, del consumismo o de la ultraderecha es muy complicado, es una tarea abrumadora. Ahora bien, lo que es sorprendente es que se dedique muy poca atención a investigar en la práctica como hacer frente al adversario. Pongo en negrita «práctica» porque mientras las empresas destructoras del clima hacen investigaciones empíricas para saber como «vender la moto», en la banda de quien quiere conservar el clima apenas se hacen.
Los diagnósticos sobre cómo funciona la ultraderecha, sobre los datos del IPCC o sobre cómo engañan algunas empresas pintadas de verde son ciertos y razonables, pero tienen dos problemas. Uno es, para decirlo en la metáfora médica, que hacen un diagnóstico muy exhaustivo y muy bien descrito; en cambio la cura es muy pobre, apenas hay terapias muy desarrolladas que curen realmente. El otro problema es que hay gente que se siente impotente ante tanta manipulación, de la cantidad de crisis, cosa que desactiva la mayoría de la población.
De la crítica a la construcción
Cuando los colectivos homosexuales de California (EE. UU.) empezaban la campaña para la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, inicialmente lo enfocaron como un tema de igualdad de derechos.
Consultaron al lingüista George Lakoff sobre qué enfoque comunicativo podía ser más útil para crear una opinión favorable a la nueva proposición de ley y él les recomendó cambiar de un enfoque legal y de igualdad de derechos a un encuadre emocional y de valores de la campaña para conseguir impactar en la población ante el referéndum que se tenía que hacer y así crear una opinión favorable entre los votantes.
Según cuenta Lakoff en el documental Clase valiente, la campaña finalmente estuvo basada en dos emociones/valores: amor y compromiso, porque son dos aspectos que penetran más fácilmente en la población. A mucha gente, especialmente dentro del progresismo, la izquierda o los verdes, le choca esa experiencia porque hay una tendencia a poner un énfasis excesivo en el razonamiento intelectual y no darse cuenta de que el ser humano es emocional y que los valores forman parte intrínseca de la vida humana. El referéndum se hizo y consiguieron que la ley se aprobara.
Un caso próximo es el de la cooperativa valenciana AeioLuz. Los miembros fundadores formaban parte de la Plataforma por un nuevo modelo energético (PNME). Al principio, cuando estaban en la PNME se dedicaban a criticar las grandes empresas eléctricas por sus malas artes, por el fraude moral a la clientela, por generar energías sucias y peligrosas, etc., y empezaron a hacer acciones sociales. Y llegó el momento que vieron que, criticando y haciendo voluntariado, tenían poco impacto en la sociedad. Fue entonces cuando fundaron la cooperativa y empezaron a trabajar con ayuntamientos para ayudar y educar familias a gestionar la energía para gastar menos y mejorar el confort, haciendo instalaciones de energías limpias, fomentando el ahorro y la eficiencia, propulsando la transición energética, haciendo educación sobre la energía en escuelas, etc. Y hace poco cumplieron cinco años fructíferos.
Un caso muy interesante y útil de un planteamiento constructivo es el de Climate Outreach. Esta entidad hace más de quince años que investiga empíricamente como involucrar la población con conductas benignas para conservar el clima. No se trata de educación medioambiental, ni de divulgación científica. Comprueban con personas de la calle cómo hacerlo para que cada vez más se involucren utilizando el transporte público, energías limpias, etc. Trabajan con lo que se denominan grupos de debate, donde se comprueban qué tipos de lenguaje facilitan que esas personas se comprometen a reducir el consumo, o verifican qué tipo de fotos o videos impactan más positivamente para que cambien de conductas. Pero no solo buscan concienciar, sino también que se adopten conductas benignas climáticamente.
Climate Outreach hace investigaciones sobre una multitud de temas: como conversar con otras personas sobre el clima, como comunicar la transición energética, como tienen que hablar los científicos del IPCC para tener más impacto en la audiencia, etc.
Hay personas que cuando leen y practican esos informes sobre la manera de comunicar el cambio climático dejan de leer tantos informes científicos sobre los diferentes aspectos del destrozo climático y empiezan a practicar esas formas que facilitan que se implican cada vez más personas.
Son tres ejemplos del enfoque dirigido a investigar cómo funcionar mejor, cosa que resulta mucho más útil que solo estudiar e investigar sobre el que va mal.
Tenemos que aprender la manera de contrarrestar las estrategias de la ultraderecha o de paliar las manipulaciones del capitalismo y construir los mensajes propios. Porque si identificamos las maniobras y no desarrollamos nuestras estrategias comunicativas, la cosa no sirve de mucho. Pongo un ejemplo sanitario: leer artículos médicos sobre las consecuencias nefastas de comer alimentos ultraprocesados, con mucho colesterol, fritos, etc., no hace que la persona sepa qué alimentos son saludables y que le apetezca cambiar la dieta que hace.
Afortunadamente, cada vez hay más personas que se interesan para saber como enfrentarse constructivamente al cambio climático, como promover la transición energética y tantos asuntos más que ayudan a crear la sociedad que queremos.
Cómo decía el científico Henri Poincaré: «Criticar es bueno. Construir es todavía mejor».