«Cada persona busca su propio interés». Si esto fuera de verdad, ¿por qué los pobres votan partidos que los maltratan económicamente? Hay respuestas innovadoras que tienen que ver con la psicología social.

 

Clica para leer el primer mito.

El segundo mito sobre el que vamos a reflexionar trata sobre: «Es irracional actuar en contra del propio interés y, por lo tanto, una persona normal, que es racional, razona basándose en su propio interés». Cuántas veces hemos observado que, por ejemplo, avisando a una persona que ciertas infraestructuras van contra su salud, como por ejemplo una incineradora que emite humos tóxicos junto a su casa, ¿no nos hace ni caso? 

Un familiar mío jubilado me decía que sabía claramente que cuando gobierna el PSOE le sube la pensión y cuando gobierna el PP la congela o la sube mucho menos. ¿A quién votaba? Al PP. Seguro que conoces más ejemplos de estos. 

Esta visión racionalista está muy arraigada en la política demócrata de los EE.UU. y en la de buena parte del progresismo y los verdes  de aquí. Y los demócratas se descolocan cuando se preguntan: “¿Cómo es posible que los desfavorecidos voten partidos conservadores cuando los perjudican tanto?”. 

Su reacción racional es intentar demostrar que los progresistas apoyan los intereses de los desfavorecidos. Y esto no funciona, continúan sin votarlos. ¿Quieres conocer una razón de fondo para que podamos comprender por qué ocurre? 

 

En Estados Unidos

Se afirma que un 35% de la población norteamericana, piensa que está o llegará a estar en la cúspide de los más ricos; por lo tanto, esa esperanza facilita que piensen que, cuando se suben los impuestos a las clases bajas y medianas y se bajan a los más ricos, esto es bueno para sus futuros intereses, aunque ahora estén en la miseria y sea muy difícil que puedan salir. Y otra razón de fondo. En los EE.UU. hay una ética meritocrática: “quién tiene más dinero es porque ha trabajado para conseguir estar donde está”. 

Estos son pequeños ejemplos del que es un marco mental. Un punto de vista nuevo que puede ayudar a entender cómo motivar los votantes potenciales tiene que ver con quienes cree ser él o ella, qué valores tiene, a quienes admira, cuál es su marco mental. 

 

Según Lakoff

En su libro, Lakoff explica como usar el tema de los impuestos desde un punto de vista de los valores y del marco mental, que recomiendo usar adaptándolo (verás que usa un lenguaje muy de la cultura norteamericana, aunque está fomentando claramente de una economía redistributiva):

«Nuestros padres -igual que los suyos- invirtieron para el futuro a través de sus impuestos. Invirtieron el dinero de sus impuestos en la red de autopistas, en Internet, en la organización científica y médica, en nuestro sistema de comunicaciones […]. Ellos invirtieron para el futuro y nosotros estamos cosechando los beneficios de los impuestos que ellos pagaron. Hoy nosotros tenemos activos -autopistas, escuelas y universidades, Internet, líneas aéreas- que provienen de las buenas inversiones que hicieron ellos. […] Los impuestos son el pago de tus deudas, el pago de tu cuota de socio de América. Estas inversiones del  contribuyente sostienen las compañías y los inversores ricos. ¡No hay hombres hechos a sí mismos! Los ricos se han hecho ricos utilizando lo que anteriores contribuyentes han pagado. Deben de muchísimo a los contribuyentes de este país y tendrían que devolverlo.»

Y por supuesto, no se trata de decirlo una vez y ya está: los mensajes hay que usarlos una y otra vez, es importante ser insistente. 

Cuanto más se repita, a más personas llega y con mayor profundidad, más calará en la mente de las personas. Esto implica que no podemos tener treinta temas de campaña; suele resultar más útil tener unos tres temas que pueden conectar con otros subtemas porque facilita que la gente recuerde pocos temas que sean relevantes.

Comparados con este enfoque de poner énfasis en los marcos y valores, enfoques racionalistas como el de Julio Anguita cuando decía “Programa, programa, programa” conectan poco con la ciudadanía. Era muy objetivista y no tenía en cuenta la subjetividad de las personas, como hace el enfoque de Lakoff. Otra cosa diferente era el carisma de Anguita. No digo que no haya que hacer el programa político; por supuesto hay que desarrollarlo -es la guía de la actuación futura-. Hablar de lo que emociona y motiva es un camino nuevo que invito a explorar.

 

 

 

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