Hay varios temas que recorren el libro y que son muy útiles en la comunicación política.
Uno es la importancia del entrenamiento previo a los debates o a las entrevistas. Los buenos oradores practican. En series políticas como El ala oeste de la Casablanca, se ve como el presidente se entrena respondiendo a ciertas preguntas que le podrían hacer los periodistas.
Pero esto no solo es una cosa de los estadounidenses. En el debate de 2009, según el autor cree, el equipo de M. Rajoy le preparaba fichas con los diferentes temas que le podían salir con la contestación adecuada, frases cortas de fácil comprensión. Y además se buscaba un sparring como en el boxeo, para crear una situación real. Eran cien fichas con preguntas y respuestas del tipo: «Cuando vale el billete del metro, una barra de pan,…».
Aunque se tengan las preguntas preparadas, también se tiene que estar preparado para improvisar cuando te preguntan cosas que no sabes. Para decirlo musicalmente, en el debate hay de haber una melodía y también tiene que haber improvisación como en el jazz.
En el libro hay un ejemplo de comunicación llana y efectiva. Es el de Jordi Pujol i Soley. Le pregunta el periodista sobre los GAL y el expresidente responde: «El otro día estuve en Vilanova i la Geltrú. Es de aquellos días en que el mar está revuelta, que se ven cañas, que la playa se ensucia… y le pregunté a un pescador que estaba allá: «Escuche, esto qué es?» Y contestó: «Mire presidente, es que el mar, de vez en cuando se purga.». «Y yo creo que el que está pasando en España es una purga de tal naturaleza».
¿Qué muestra esto? Que Pujol hablaba como la gente, no con conceptos abstractos. Cosa que en la izquierda y en los verdes hacen muy a menudo, por eso se los cuesta tanto de llegar a la gente.
Otro ejemplo de buena oratoria, según una ponencia de periodistas y expertos en comunicación, es el de Pablo Iglesias, que en su minuto de oro, le sobraron once según para presentar los once impactos más negativos de la crisis y citó nueve colectivos a los cuales pedía su voto, como se puede ver en el video.
Manuel Campo ha comprobado que la mayoría de políticos tiene que enfrentarse al miedo a las cámaras, inseguridad de cómo saldrá la grabación, de no estar a la altura, etc. Una vez superado el temor y ganada seguridad en uno/a mismo/a es más fácil que el discurso sea más fluido, la expresión sea más natural y fresca y en los debates tengan más agilidad mental, como mis clientes han testimoniado después de trabajarse el asunto conmigo.
Un libro que, aunque está orientado a la política estatal, hay más aspectos en sus páginas que son útiles para la política municipal y autonómica.
Los datos del libro son La cara oculta de los debatas electorales.
